La traición se siente como un quemarse la mano con agua caliente, un golpe que duele y no se calma, una mentira disfrazada de verdad, como un traje con maquillaje, como un veneno de serpiente que te podría matar rápido o muy lentamente, un dolor que no cesa, que no se detiene, como un dolor de cabeza, un recuerdo que persiste, que no desaparece, como la muerte de un ser querido o la muerte de nuestro propio animal.
Pero es también una lección de la que se aprende, como un castigo de mamá para no hacer tales cosas y otras sí, un nuevo comienzo y final de dejar ir y empezar a vivir.
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