Un día de verano, Zeus y los demás dioses, enojados por el engaño de los sacrificios, se decidieron en sacarles el viento a los hombres como castigo. Durante los días siguientes, el calor fue casi insoportable. Los cultivos se secaban al no poder al menos refrescarse con una brisa, los barcos no podían navegar al no tener impulso y las lluvias no llegaban porque no había quién las llevara en sus nubes.
Prometeo, entristecido por la situación de los humanos, tuvo una idea para solucionarlo. Le dijo a todos los humanos que soplaran junto a él. Al principio, no pasó nada, pero al cabo de unos minutos, se empezó a formar una brisa que luego se transformó en el viento que tanto les faltaba.
Zeus frustrado porque su venganza no haya funcionado, permitió que el viento regresara y empezó a pensar en un mejor plan.
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