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lunes, 28 de agosto de 2023

Aquel árbol de cerezo, donde siempre te recordaré (continuación)

Por Morena Potes y Jocelyn Rosales



Ya pasados unos meses, el padre de Aradia creyó que con el tiempo que ella estuvo encerrada pudo olvidarse de ese romance que tenía con Felix, aún así, decidió escribir una carta para Aradia de Felix.
Él se dirigió a su cuarto para abrir de repente la puerta de este, al entrar le arrojó la carta.

Padre: –¿Lo ves? Él no te amaba tanto como tú a él. Espero hayas aprendido. Ya que no quiere estar contigo puedes salir.

Aradia se encontraba sentada en su cama leyendo un libro, al recibir la carta, la tomó un poco confundida y comenzó a leerla, al terminarla, las ganas de llorar no faltaron. Dejó la carta sobre la cama, y se levantó para salir de su cuarto sin decir nada. 
Una tarde, ella salió al pueblo para ir a la librería a buscar algunos libros, al regresar vio a su padre sentado en la sala junto a dos personas más, un joven y un hombre.

Padre: –Hija, qué bueno que llegaste, te estábamos esperando. Ven siéntate. 

Aradia: –¿Quiénes son ellos, padre? 

Aradia se dirigió al sofá para sentarse frente a las dos personas. 

Padre: –Él es Arturo Mordred, y él es su hijo Eliot Mordred. Estuvimos hablando sobre el futuro de ambos, y decidimos que se casarán. 

Aradia: –Pero padre... Yo no quiero casarme con él.

Padre: –No me importa, te casarás de todas formas. La boda será la siguiente semana, así que empiecen a conocerse. 

Aradia se levantó molesta y se dirigió rápidamente a su cuarto. 
Con el paso de los días el padre de Aradia comenzó con los preparativos de la boda. Le envió invitaciones a todo el reino, quería que fuera algo grande, una de las invitaciones llegó al reino de los ángeles, esa invitación era para Felix.

Llegó el día de la boda y llamaron en la puerta a Felix, traían la invitación, él al recibirla la abrió algo confundido, ¿quien podría casarse? Al leer los nombres que estaban escritos en ella se dejó caer al suelo, comenzó a llorar desconsoladamente, cualquiera que lo viera sería contagiado con su dolor y tristeza. Entre lágrimas y con el corazón roto comenzó a levantarse, secando al mismo tiempo de esas frías lágrimas que caían por sus mejillas. Se arregló poniéndose su mejor atuendo y decidió ir a esa boda. 
Al llegar, la ceremonia ya estaba comenzando, se sentó en una de las sillas del fondo asegurándose de no ser visto por Aradia, él veía que ella no estaba feliz, podía notar la expresión triste en su rostro, sabía que fue obligada a ello, pero no podía hacer nada. Al ver el beso entre los novios, Aradia y Eliot, su pecho comenzó a doler. Se levantó y salió del lugar, al salir caminó por varios minutos hacia el árbol que un día compartía con la persona que más amaba, una vez allí se sentó en soledad junto a este, sacó de su bolsillo un pequeño frasco que contenía un veneno mortal. Sus ojos estaban cristalizados y de sus mejillas no paraban de caer lágrimas, el bebió el veneno y cerró sus ojos, luego de unos minutos su corazón dejó de latir. 
Dicen que la gente puede morir de corazón roto, así fue como Felix murió, su corazón estaba tan roto que dolía, por eso razón eligió terminar con su vida...

Los ángeles recibieron la noticia de que uno de ellos había muerto, al recibir está noticia se dirigieron al lugar para llevarse el cuerpo. 
Aradia se enteró de esta noticia gracias a un rumor que corría por el reino, al enterarse, sin pensarlo, decidió ir al reino de los ángeles, esperando que lo había escuchado fuera mentira, al llegar vio cómo de una carroza bajaron aquel ataúd donde se encontraba el amor de su vida, donde enterraban su más grande sueño, lo hacían con su corazón, y cuando lo hicieron, cuando ya no pudo ver más aquella caja, ahí se derrumbó y cayó al suelo. Cayó perdida en el dolor, el llanto y la impotencia de no poder hacer nada, tuvo que aceptarlo, Felix se había ido de su lado...


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