Por Blanca Vidal
Después de años de búsqueda, al fin la encontró. La leyenda decía que a quien la atrapara se le concederían tres deseos.
Se acercó sigilosamente y saltó, atrapando al roedor. El felino se dirigió a su escondite en la casa de sus humanos. Trató de no apretar mucho a la rata ya que si moría sus poderes se transmitirían alguna recién nacida y tendría que iniciar su búsqueda de cero. Por eso mismo fue que, cuando la bebé que vivía allí tuvo la maravillosa idea de cenar rata a la parrilla, le resultó muy fácil sacársela de la boca y huir (tan rápido como puede hacerlo a alguien que aprendió a caminar hace pocos meses).
-Miau miau ¡miau!... ¿miau?- le insistió el gatito- Miau miau ¡miau!- siguió insistiendo.
La pequeña lo interpretó como un juego y empezó a correr de él riendo y corriendo, llegó hasta su abuela y decidió regalarle su nuevo juguete. Sin embargo, en lugar de alegrarse, ella empezó a gritar.
-¿DE DÓNDE SACASTE ESO? ¡ADA!
Después de un ratito le logró sacar el animalito de la mano y lo tiró a la basura. El roedor ya había muerto, por lo tanto ya no tenía poderes.
-Miau miau miau miau miau…- dijo el pequeño cazador al encontrarlo buscando en la basura. Al parecer se va a vengar en cuanto encuentra la sucesora de la rata-genio.